viernes, 9 de enero de 2009

LA ESCUCHA ACTIVA

3. ESCUCHA ACTIVA

· La escucha activa es la capacidad para reflejar y devolver, verazmente y en su totalidad, el mensaje del otro, y con ello demostrar que se le ha escuchado. Cuando jugamos el papel de receptor, rápidamente hacemos nuestro juicio sobre el emisor ( juicio positivo ) (juicio negativo) (juicio negativo-peyorativo)


La escucha activa es el esfuerzo físico y mental de querer captar con atención la totalidad del mensaje que se emite, tratando de interpretar el significado correcto del mismo, a través del comunicado verbal y no verbal que realiza el emisor e indicándole mediante la retroalimentación lo que creemos que hemos entendido. Significa escuchar con atención y concentración al interlocutor, lo cual nos capacita para entender lo que se ha dicho y demostrarle que se siente bien interpretado.



El escuchar pasivamente se asemeja a una grabadora, solamente recibe la información suministrada. Por otra parte, escuchar activamente requiere que la persona receptora se introduzca en el cerebro del transmisor, tratando de interpretar el contenido del mensaje desde el punto de vista del transmisor.
Desde el campo de acción del educador/a social la escucha activa es una herramienta imprescindible ya que si no somos capaces de mantener una retroalimentación con el receptor, intentar interpretar el contenido del mensaje recibido será muy difícil poder actuar adecuadamente.



Uno de los principios más importantes y difíciles de todo el proceso comunicativo es el saber escuchar. La falta de comunicación que se sufre hoy día se debe en gran parte a que no se sabe escuchar a los demás. La escucha activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla. ¿Cuál es la diferencia entre el oír y el escuchar? existen grandes diferencias. El oír es simplemente percibir vibraciones de sonido. Mientras que escuchar es entender, comprender o dar sentido a lo que se oye. La escucha efectiva tiene que ser necesariamente activa por encima de lo pasivo. La escucha activa se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo. Para llegar a entender a alguien se precisa asimismo cierta empatía, es decir, saber ponerse en el lugar de la otra persona.
Para un educador social es imprescindible utilizar este técnica de comunicación eficaz sin la cual será muy difícil obtener información sobre las personas con las que se trabaja y por lo tanto la intervención socioeducativa esta mermada

1 comentario:

oscar saco dijo...

Obstáculos Para La Escucha

Escuchar activamente no es fácil. Existen numerosos impedimentos que dificultan el ejercicio de una escucha activa. La resistencia a la escucha, en el fondo, es una forma confusa de saber los peligros que se presentan si nos abrimos de verdad, porque la verdadera escucha reside más en el corazón del hombre que en las circunstancias.

Pero existen numerosos obstáculos más concretos a la escucha:

- El obstáculo de la ansiedad, que tiene lugar siempre que el ayudante está preocupado por sí mismo, por cómo es recibido y por cómo tiene que responder y quizá también por el miedo a que otro despierte en él alguna de sus zonas capaces de "sangrar" porque están heridas.

- El obstáculo de la superficialidad, manifestado sobre todo en la dificultad a pararse en los sentimientos de los demás. Se tiende a generalizar o a huir de los temas más comprometidos a nivel emotivo. No se personaliza la conversación.

- La tendencia a juzgar, a imponer inmediatamente las propias ideas y decir lo que es justo y lo que no lo es. Es propio de quien dirige su mirada inmediatamente a normas o esquemas personales, a sus ideas religiosas, políticas, éticas, etc., en lugar de centrase en cuanto la otra persona expone.

- La impaciencia, la impulsividad que lleva a algunos a no permitir que el otro se exprese, termine a su ritmo sus frases.

- El obstáculo de la pasividad, experimentado por aquellos que tienden a dar siempre la razón al enfermo por el hecho de serlo y faltos por tanto de una capacidad de intervención activa y confrontadora en el momento oportuno.

- La tendencia a predicar, a proponer en seguida pequeños "sermones" que deberían dar razón de lo que el otro está experimentando, según el propio criterio.